jueves, 18 de octubre de 2012

Antecedentes

Cristobal Colón parece ser el primero que tuvo noción de esta península, sin él mismo saberlo, ya que se hablaba de una isla fantástica habitada sólo por mujeres, por lo que, entre la leyenda, se relacionaba con Calafia, reina mitológica de las amazonas, nombre del cual parece provenir California.
Continúa así por espacio de un cuarto de siglo hasta que es descubierta por Fetún Jiménez y luego por Hernán Cortés, quien no la relaciona con la isla a la que se refería Colón y bautiza al golfo con el nombre de Mar de Cortés, y a la Paz, con el nombre de "Puerto y Valle de la Santa Cruz", por haber desembarcado en ella el 3 de mayo de 1535.

El 17 de Septiembre de 1542, el Capitán Juan Rodríguez Cabrillo se aventura mar arriba y descubre por primera vez el Puerto de Ensenada, al que inicialmente llamó "San Mateo". Al tomar posesión en nombre del Emperador de España, envió a uno de sus oficiales a explorar la región en busca de datos, para constancia del descubrimiento.

En dicha exploración fueron encontrados algunos naturales que constrastaban enormemente con los indígenas del centro del país, ya que eran altos, esbeltos y de gran fortaleza física, que se autonombraban Cochimíes, que significa "Hombres del Norte", habitaban en una región próxima, que actualmente se conoce como "Ejido Sánchez Taboada" (Maneadero). Vivían sencillamente, en chozas de barro y ramas. En estas condiciones, los españoles resultarón algo extraordinario por su físico, vestimenta, lengua y demás detalles totalmente desconocidos para ellos, como lo eran las naves de la cuales desembarcaron, considerándolos casi dioses. Según Rodríguez Cabrillo, los indígenas alcanzaban un número apróximado de cinco mil en la región hasta entonces vista por ellos.

Casi 60 años después, El Capitán Sebatían Vizcaíno, conocido por su ansia de aventura, remontó la larga península de las Californias, no dejando ninguna bahía, caleta o ancón sin tocar; dió el nombre a la bahía de Ballenas, localizada frente a la Isla de Cedros, por la peculiaridad de ser ahí donde las ballenas acuden a procrear; continuando hacia el norte encuentra la Ensenada de San Mateo. En virtud de no encontrar algunas de las variantes que Cabrillo señalaba en su carta, decidió dar un nuevo nombre a la enorme rada y la llamo Bahía de Todos Santos, por haber llegado el 1o. de Noviembre de 1602. Es probable que haya desembarcado en lugar diferente de Cabrillo, ya que en sus cartas no menciona la existencia de naturales.

Fueron muchos los aventureros que trataron, sin éxito, de conquistar las Californias, pero es un grupo de nobles misioneros Jesuitas, Franciscanos y Dominicos, quienes logran algo positivo de los indígenas de la región, al introducir su doctrina, enseñanzas prácticas de agricultura y ganadería, y la construcción de misiones, con el fín de atraerlos y formar núcleos de población alrrededor de las mismas.
  Colonización de la Península de Baja California.
Los primeros que llegaron al territorio fueron los Jesuitas, el 25 de Octubre de 1697 y permanecieron allí hasta 1798; su labor fué quízas la más positiva, ya que levantaron 18 misiones desde San José del Cabo, al Sur, hasta Santa María, al Norte; la primera fue la Misión de Loreto, Madre y Cabeza de todas la misiones de las Californias, fundada por el Padre Juan María Salvatierra, quien, al enterarse por el Padre Kino de las condiciones infrahumanas en que vivían los indios californianos, decidió con él, dedicar su vida a cristianizar la región. La segunda fue la Misión de San Francisco Javier, fundada por el Padre Miguel del Barco y cuya misión civilizadora la continuó el Padre Juan de Ugarte, todos Jesuitas.
Su obra es más encomiable, pues tuvieron que enfrentarse a una serie de contratiempos como la falta de barcos, provisiones y recursos económicos, y lo salvaje de las tribus indígenas : Los pericúes al Sur, los Guaycuras en la región de la Paz, y los Cochimíes al Norte.

Entre estos grupos había gandes diferencias : Los del Norte eran más sabios y menos perezosos, practicaban la monogamia y, únicamente en determinada fecha, la poligamia, siendo esto severamente castigado en días comunes. Tenían espíritus imprecisos y había hombres que se atribuían poderes sacerdotales y hechiceros, que curaban mediante la succión de los malos espíritus por un tubo pegado a los labios. Adoraban y Temian al león. Los Jesuitas estudiaron las pocas tierras laborables para encontrar los culitivos adecuados y se dieron cuenta de que, en la Baja California, los grandes cultivos del Mediterráneo, como la vid, el olivo, la higuera y la datilera, encontraban un ambiente más propicio que en el Norte de Africa y que en otros lugares del mediterráneo, impulsándose su cultivo en San Ignacio Cadenamán, creándose verdaderos bosques.

Sin embargo, pese a esta maravillosa obra, por orden del Rey Carlos II de España, los 17 misioneros Jesuitas fueron expulsados el 13 de febrero de 1767, dejando pendiente el trabajo hasta la llegada de los Franciscanos, ocurrida el 14 de julio del mismo año, encabezados por Fray Junípero Serra. Su obra notable se concentró en la Alta California, donde construyeron grandes Misiones; en la Baja California fue casi nula y su expedición se redujo hasta el paralelo 30.0, donde fundaron la Misión de San Fernando de Velicata, construída de adobe.

Posteriormente, llegaron los Frailes Dominicos, de cuya época existen pocos datos, sin embargo, se sabe que los aborígenes fueron utilizados como guías en la búsqueda de vetas de oro y plata.

La primera Misión que fundaron fue la de El Rosario, en 1774, antiguamente llamada Viñaraco, en la que ejerció como misionero el Padre Francisco Galisteo. El 30 de agosto de 1775 fue fundada la Misión de Santo Domingo por los Padres Manuel García y Miguel Hidalgo en el arroyo del mismo nombre, que baja de la Siera de San Pedro Mártir al Norte de San Quintín. En octubre de 1780 fundaron la Misión de San Vicente Ferrer, los Padres Hidalgo y Joaquín Valero, quienes también fundaron la Misión de Santo Tómas en 1797 y 1799; fue el año en que se construyó una Capila en San Telmo, de la que sólo quedan vestigios ruinosos.

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